Queridos niños:
He recorrido el colegio esta mañana, para solo comprobar que es un lugar desolado, sin vida, en donde hasta las palomas que ustedes conocen bien, están ausentes, seguramente porque no hay niños, no hay recreos, no hay migas.

El colegio sin embargo, no es un edificio vacío y desolado que es el panorama que hoy día ofrece. No hay colegio sin ustedes, sin sus risas, sin sus voces, sin sus carreras apresuradas, sin los llamados de atención, no es lo mismo. Sin embargo, el colegio está más vivo que nunca. El colegio lo hacen ustedes y ustedes han estado en el colegio los últimos meses, en una forma distinta, en una forma jamás imaginada, en una forma que pensábamos que iba a durar quince, treinta días, un mes y medio, pero ya llevamos meses de lo mismo.

A medida que nos fuimos convenciendo y pasaba el tiempo, sus profesores, que son unas personas extraordinarias y se han convertido de la noche a la mañana en otras personas, en actores que se presentan a diario con ustedes para brindarles todo lo que necesitan para continuar sus estudios. El currículum se ha cubierto prácticamente igual y esperamos completarlo como corresponde.

Así que el colegio esta más vivo que nunca en una forma virtual, ustedes se han visto todos los días en las pantallas. Con una notable asistencia, sus profesores y el colegio los han ayudado a desarrollar una disciplina, sin quedarse remolones en la casa, haciendo nada en cama, sino obligados a levantarse, obligados a presentarse en pantalla, obligados a estudiar, pero eso va a ser algo que ustedes van a agradecer con creces con el tiempo.

¡No va a ser un año perdido!.

Espero que nos veamos tan pronto como se pueda: el colegio es suyo, el colegio son ustedes y aquí estará este edificio hoy vacío, hoy triste, para que nuevamente lo llenen con sus risas, y sus voces.